Llevo
una semana de travesía, inmóvil. Cada mañana salgo de mi tienda y
veo el mismo espectáculo: escorpiones que corren a esconderse y
saltan como pulgas a zambullirse en la arena, varios arroyos de arena
movidos por el viento, y frente a mí, una duna.
Una duna bella, que
se me antoja suave, ocre, mansa, pero a la vez una duna móvil y
esquiva. La caricia del sol temprano deja sobre su lomo un rebufo de
bestia perezosa, música del desierto. Como cada mañana trato de
alcanzarla, de continuar así mi viaje. Pero me resulta imposible. Al
poner mi pie a su lado, la duna se aplana, se escapa, y surge un poco
más allá. Tampoco es posible rodearla, pues se desplaza al ritmo de
mis pasos, justo con ellos.
Cansada de este baile absurdo, apoyo las
manos en la arena y la contemplo, tratando de desentrañar su enigma.
Cojo un poco de arena y la dejo caer entre mis dedos, creyendo hacer
tiempo, o tratando de perderlo. Es una arena rugosa, que tiene la
textura de piel curtida, como escamas. Me tumbo, sin miedo ya a los
alacranes, y siento la respiración de la tierra que se infla y se
desinfla. Es entonces cuando sé que nunca llegaré a mi destino,
cuando tengo la certeza de que el desierto es un enorme camello, con
sus chepas. Un animal desolado, que a ratos muda su piel antigua,
salpicando de sílice mi rostro. Enterrándome poco a poco en su
paisaje, al igual que hace, cada mañana, con sus pulgas. Al igual
que hizo, también, con el mar.
Pura poesía que acaricia pese a la tremenda dureza de la historia, final explosivo... Con el placer que es leerte lo que te cotizas hija mía. Celebro leer tus letras.
ResponderEliminarNada...no cotizo nada Miguel Ángel :-) Pero qué bien que estás por aquí y además celebras leer mis letras, así da gusto escribir.
EliminarAbrazos
Muy hermoso, Ángeles.
ResponderEliminarMuy hermoso
La hermosura siempre viene de los ojos que miran, en este caso leen
EliminarAdemás de precioso de leer, se sienten tus palabras en la piel, nos metes en ese desierto. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Ximens por venir, y gracias, gracias por tus palabras.
EliminarUn abrazo
Angeles, un placer como siempre pasear entre tus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Gracias Puck, besos, muchos
EliminarEsa arena... ese camello, me recuerdan un poco a Mararía, y un poco al desierto.
ResponderEliminarTe voy a dedicar un poema, guapa. Lo verás en fb.
Besazos
Lo ví, lo ví y me encantó. Esto de fb deberías irlo guardando en cajitas, como hace Vitus, el presentador... creo que tú también desde ahora serás, eres poeta.
EliminarBesos
Me has llenado de arena
ResponderEliminar:-)
EliminarQué preciosidad Ángeles, es tan bello ese desierto y esa duna, a pesar de su crueldad que se traga todo.
ResponderEliminarBesos de arena y cierzo ¡Uy no, que se te meterá en los ojos!
Besos, muchos besos
Arena y cierzo, ¿Los Monegros? jajaja nunca he estado allí aunque dicen que hay camellos y todo.
EliminarBesos brujita
Un placer adentrarse en el mar de tus letras.
ResponderEliminarBesos¡¡
¡Muy bello!
ResponderEliminarSaludos.
De alguna manera acaban de presentarnos. Veo esto algo solitario y no sé si estas frases van a ser un clamar en el desierto o si solo soy un grano más de arena. Quién sabe si no volveremos a encontrarnos cuando el simún nos levante por los aires...
ResponderEliminarBy Ana Vidal
Pues encantada, Juancho, de que nos acaben de presentar. Y sí, seguro que nos volveremos a encontrar, cuando el simún o cuando Ana quiera.
ResponderEliminarAbrazos
Me ha encantado tu mano como reloj de arena.
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