A fuerza de gravedad
Desde que las bombas amputaron los campanarios, las cigüeñas se han tomado su propia venganza: al anochecer, arrojan los hatillos desde lo alto de los edificios. A los insomnes solo les consuela el silencio de los gatos. Los ya saciados incluso han aprendido a decir papá.
Tema: sangre a borbotones...
ResponderEliminarCruel venganza la de las cigüeñas.
ResponderEliminarLa última frase no acabo de entender. El inicio desde luego es atrapante. No sé, me has hecho pensar en los abortos.
ResponderEliminarProfundo.
ResponderEliminarBesos.