Desde que ingresó en el sanatorio se ha vuelto loca. Pasa la hora libre sentada en el banco junto al sauce, manteniendo una conversación quién sabe con quién o con qué.
Su esposo viene a verla en la hora de visita con una bolsa de caramelos, que mengua en sus encuentros, casi como la esperanza de curación. Ella los guarda en el bolsillo de su bata, y él los come sin parar. Luego cada uno vuelve a su realidad. Él a su casa de siempre, donde la crianza de cinco hijos llena su tiempo.
Hace una semana, no pude remediarlo, me senté junto a ella para escuchar más de cerca lo que tras el seto no oía. La conversación acabó en enfado y con paso rápido se marchó del banco. Entonces, una sombra, encaramada al tronco del sauce, salió tras ella. Era una sombra humana, una sombra de niño, que le pedía más caramelos.
Le cogió por el extremo de la bata, impidiendo que continuase su marcha, y, pude oír cómo ella, asegurando que le iban a salir caries, le dejó allí sollozando. El chiquillo, lloró durante días. Hoy, el sol ilumina el agua salada del estanque que preside el centro del jardín. Ella, ha cambiado su rutina, ya no se sienta junto al sauce, ahora visita ese remanso de agua salada, y pasea su mano sobre la superficie mientras le dice que pronto, muy pronto saldrán juntos de allí. Poco a poco, cuando le diga a papá que en lugar de caramelos traiga botellas vacías.
Un micro muy imaginativo. El principio me parece magnífico.
ResponderEliminarBonito Blog.
Un saludo.
Poéticamente triste.
ResponderEliminarMe gustó.
Besos desde el aire
Poético retrato de la pérdida, me gusto ese aroma melancólico.
ResponderEliminarUn abrazo,
http://ramos-flores.florpedia.com/images/ramo-flores-dulzura.jpg
ResponderEliminarPrecioso.
Precioso. Una locura triste y preciosa. Ese estanque de agua salada, esos caramelos con los que tejes la historia. Me gustó mucho
ResponderEliminarSaludillos
Puro lirísmo para hablar de esa locura y de pérdidas.
ResponderEliminarBesos
Ángeles, es una maravilla leerte. Es de una candidez fluída, que se deja leer y querer.
ResponderEliminarBlogsaludos
Ángeles que bonita historia donde no hay loca sino madre que quiere salvar a su hijo. Me ha gustado como lo has tejido todo. Muy tierno y ese estanque salvador. Por cierto la ilustración es bellisima.
ResponderEliminarUn abrazo.
Caramelos que nadie saborea, desentendimiento, sombras. Sí, como ya te han dicho, tu micro rezuma melancolía.
ResponderEliminarY tu prosa, impecable, es un placer.
Un abrazo, Ángeles
Es un relato precioso que me deja con ciertas incógnitas, como debe ser, sugiere pero no dice.
ResponderEliminarTierno, melancólico... el sauce seguro que era llorón...
Abrazos
Me gustó mucho. La locura al ingresar, el punto fantástico, el final poético....
ResponderEliminarMe gustan estos finales tan abiertos que dejas, añaden misterio a unos relatos que, ya de por sí, suelen llegar envueltos en un velo de enigmática belleza.
ResponderEliminarBeoss.
Me ha impactado tu relato. Me atrapó desde la primera palabra. El sentimiento de dolor por una pérdida flota en el ambiente.
ResponderEliminarMuy bueno, te felicito.
Un abrazo.
Una triste locura narrada con delicadeza y una sorprendente imaginación. La atmósfera de tu micro inunda mi habitación. Un abrazo y ¡Felicidades!
ResponderEliminarEspero tu vuelta, ya se te empieza a echar de menos.
ResponderEliminarBlogsaludos
Qué micro tan tierno, Ángeles. No sé qué más decir, me ha conmovido el niño que llora y la madre en su duelo... y la convicción de que yo también me volvería loca.
ResponderEliminarAbrazos estremecidos