El viernes encontré dos árboles en mi buzón. No suelo usar este cubículo de escasas dimensiones para plantar nada, pero ya me advirtieron un par de hadas que estuviera al tanto, que algo venía en camino. A mi cartera debió costarle un sobreesfuerzo traerlos, eso sin contar con el calor que estos días sacude la ciudad, la cuestión es que ya no ha vuelto a traer más árboles, ni siquiera un bonsai. Tal vez ande de vacaciones.
Cada uno contenía una historia en su tronco; una escrita por una aprendiz de palabras que hablaba de un lugar lleno de magia donde las historias eran absorbidas por su constante contradicción, en un isla con nombre de metal. La otra me contó
Quienes acudían a visitar a Sabina se acercaban a ella y le susurraban al oído sus secretos. Había quien contaba pequeñas cosas que aún no podía decir a nadie más, y esta mecía sus hojas como suave brisa.
Otras personas le soltaban los grandes secretos de su vida, que como huracanes la tumbaban entera, sin que Sabina nunca se pudiera recuperar de lo que la gente guardaba dentro de sí.
Y firmó con dinamita de Anita.
Así que yo les doy las gracias, nunca imaginé que en mi buzón cupiera una isla de árboles torcidos por palabras capaz de hacer desaparecer las frases. Pero la amistad es así, siempre sorprende y alegra el corazón.
Me encantáis!!!!
ResponderEliminarBesos!
Da gusto llegar a al buzón y encontrarte un bosque de palabras tan hermosas.
ResponderEliminarBesos a repartir desde el aire
Michas gracias por compartir tanta alegría, Ángeles!
ResponderEliminarLas abarco en un abrazo
Precioso, besos a repartir
ResponderEliminarQué lindo te ha quedado el buzón! Seguro que la cartera se alegró de llevar un soplo de aire fresco en su carrito.
ResponderEliminarAbrazos de sabina
Qué bonito! Un toque isleño llegó a tu hogar...
ResponderEliminarBesitos
Hola,
ResponderEliminarme trajo William Blake y aquí se me alegró el corazón.
Abrazo
Hermoso regalo, así da gusto abrir el buzón.
ResponderEliminarBesitos