Un invierno duro.- decía el abuelo mientras se recolocaba la manta de cuadros en las rodillas. La leña crepitaba en la chimenea y la nieve seguía cubriendo la ventana, trepando como una hiedra blanca por las jambas de madera. La mecedora daba impulsos rítmicos a la calceta que la abuela se esmeraba en acabar, como si ese vaivén le animara a tejer o le insuflara algún tipo de compás a sus artríticas manos.
En el tablero de ajedrez, dos reyes se quedaban solos uno frente a otro, mientras Luís y Marta se retaban en una nueva partida. Mi mujer se dirigió hasta mi lado y se acurrucó en el hueco entre mi brazo y mi pecho. Todo estaba en orden, en equilibrio, hasta que encendí la televisión.
En ese momento, algo más que la leña crujió, se resquebrajó la realidad. Las cinco cabezas se dirigieron hacia la pantalla, como si fuesen girasoles que se orientan en un campo. Me sorprendió lo acorde del movimiento, me recordó a esos bancos de peces que nadan hacia un mismo lugar. Ellos miraban y comentaban la película de vaqueros, una de esas repeticiones que año tras año por estas fechas se adueña de una pésima programación, y yo me dedicaba a observarles.
Fue por breves instantes porque al poco, el temporal se ensañó con la antena, y la imagen de un indio sobre una colina quedó congelada. No solo la imagen si no mi familia entera quedó suspendida. Cada uno en su gesto, acompañando al indio, se paralizó su vida.
Preso de un ambiguo sentimiento de abandono, entendí que mi familia no despertaría hasta que la película continuase, y caso de que eso pasara, dudé si sus vidas se reanudarían en el siguiente fotograma, o para ser más exacto, si su vida continuaría en la imagen que tenía frente a mi, en la casa del pueblo, o aparecerían en otro lugar.
Abrí despacio la puerta de la casa, les miré una vez más y me convencí de que les encontraría en el Caribe, en uno de esos viajes paradisíacos que anunciaban últimamente. Allí me fui. Sigo esperándoles.
Una delicia, Ángeles, de principio a fin. Y ese final tan... ja,ja,ja,ja, yo sigo aquí, en el Caribe. Tal vez tu protagonista fuera mi última clienta de esta mañana.
ResponderEliminarEs que... no me hacéis caso. Tirad ya la televisión. Mira lo que dice, por ejemplo, mi gran admirado,"El roto".
Pues eso.
Besos, mi querida maestra, anti-televisivos.
¡Qué texto Ángeles!Comienza con un gusto dulce a cuento de hadas, sigue con la cruda realidad cotidiana y termina con una 'natural' irrupción de la fantástico que obliga al lector a releer el título que no sólo abre sino que también cierra el círculo.
ResponderEliminar¿Hace falta decir que me encanta?
Sí, hace falta.
Me ha encantado.
Besos.
Buen final!!!! Mmmm ya me gustaría convencerme de algo así jeje
ResponderEliminarSaludillos y FELIZ NAVIDAD
Me ha gustado cómo has descrito la paz y la calma para despues romperlas con la sagrada televisión y la película mala. Sin embargo, el final se me escapa un poco. Pierde fuelle. O simplemente creo que puede ser mejor.
ResponderEliminarSólo es una opinión, vale???
Un saludo fuertote.
Kum, estoy de acuerdo hay que tirar la tele e irse al Caribe.
ResponderEliminarGracias Patricia, me alegra que te guste esta mezcla de estilos. Besos.
Puck, y a mi, y a mi, qué tentaciones. Un abrazo.
Luisa, supongo que podría mejorarse ese final, por qué no?. Me gustan las opiniones, así que gracias!. Abrazo.
Me encantó. Y comparto que la televisión es un gran medio de incomunicación.
ResponderEliminarBuena narración Angeles, el detalle de las imágenes siempre es muy fino y la historia es genial según se va desarrollando, sin embargo, creo que el texto se puede "pulir" un poquito más, veo algunas palabritas repetidas en un radio muy cercano y a lo largo del texto (p. ej. mientras) pero eso es cuestión de releerlo unas cuantas veces y darle un par de vistazos y dejarlo redondo, el micro lo merece!! Un abrazote.
ResponderEliminarCyb, y la incomunicación, nos lleva demasiado lejos, a veces. Un abrazo.
ResponderEliminarMaite, tomo nota, en cuanto tenga un rato me pongo a pulir el micro. Gracias. Un abrazote.
Mágico y el final, y la narración y descripción, muy bellas.
ResponderEliminarMe gustó mucho, Ángeles.
Ah, nos vemos en el Caribe xD
Saludos!
Me encanta, como no!
ResponderEliminarQué rompedora de vidas es la televisión, y sin embargo la sigo encendiendo por las noches para parar la vida un rato, hasta que ya no quedan energías más que para irse a dormir.
A veces hasta ponen cosas interesantes!
Como los anuncios de viajes al Caribe
Abrazos
Muy buena idea, y resulta sorprendente la irrupción de lo fantástico. Me gustó mucho.
ResponderEliminarUn abrazo, Ángeles, ¡Feliz 2011!
La televisión ataca de nuevo. Buena escapada.
ResponderEliminarBesos volados.
Feliz año Ángeles en el que espero que sigas deleitándonos con tus rupturas de lo cotidiano.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por vuestros comentarios, os deseo un Feliz 2011 con muchas letras!
ResponderEliminarAbrazos
Muchas felicidades para este año y que la crisis pase de largo.
ResponderEliminar¡¡Feliz año 2011!!
Un abrazo.