Nunca fuimos gente de aventuras. Éramos bastantes escépticos con cualquier tipo de leyenda. Tampoco creíamos en la existencia del callejón de la hechicera. Al que los demás padres temían como los niños al hombre del saco.
Sin embargo, cuando nuestra dulce y tierna hija, al volver del colegio, confundió el camino y se perdió, nos vimos obligados a seguir sus huellas. Tras varios días, llegamos hasta una procesión de calles subterráneas. Un laberinto que latía en las entrañas de la tierra. La hechicera rió ante nuestra insistencia. Ahí está sentadita en la silla de mimbre, son tres monedas de oro el kilo, dijo frotándose las manos. Y se marchó, canturreando ¡qué dulce era la niña, con su cabello de ángel, con sus ojos color miel!
Excelente, Ángeles!!!
ResponderEliminarLa canción final borda un estupendo relato
Besosssss
Qué chulo!!
ResponderEliminarMuy bonito Ángeles!
Un abrazo!
¡Wow! Me ha encantado.
ResponderEliminarExcelente mini. Buen detalle al final.
ResponderEliminarUn abrazo, Ángeles.
Ostris, que se escapa la bruja.
ResponderEliminarBueno, bueno, este micro.
Besos, Ángeles.
Ya pasó la avería. Creo que por suerte lo arreglaron y devolvieron los post borrados. Aprovecho para felicitarte por un microrrelato que he leído tuyo - ¿por qué es tuyo, no? - en el concurso Ñ que me ha encantado. Además tiene muchos votos.
ResponderEliminarSaludos y a seguir escribiendo.
espero que llevasen bastante oro para pagar el precio. Me gustó mucho.
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