He encontrado un yogurt caducado en la nevera. Junto a él un pos-it donde anuncias tu partida. Las llaves del piso junto a un zumo de pomelo amargo. El anillo dentro del queso roquefort y, en el último cajón del congelador, la prueba de que esta es nuestra separación definitiva. Tu sonrisa de siempre, junto a tus ojos ausentes.
*Microrrelato viajero para Gotzon
Ángeles es una despedida amarga pero sabes si debía ser así, mejor. Me ha gustado como has ido colocando las pistas del adiós en elementos de la casa amargos, pasados de fecha, como las despedidas de esta forma.
ResponderEliminarUn abrazo y felicidades por el micro.
La nevera Mmmmmm! no encuentro un lugar mejor para una despedida fría hasta la congelación.
ResponderEliminarUn abrazo.
El congelador me ha dado muchos escalofríos y mucho miedo: ¿unos ojos, una sonrisa?
ResponderEliminarTambién es verdad que, según iba el micro, bien no podía acabar. Eso está muy claro.
Un beso, Luisa
No se si se a ido o lo tiene troceado...
ResponderEliminarSaludos desde el aire
Todas esas cosas que si no están congeladas o frescas huelen mal.
ResponderEliminarMuy bien contado.
No soy quien para andar poniendo nota, pero no contengo las ganas de decírtelo: excelente, Ángeles. Felicitaciones.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bien encadenada esa ruptura con los alimentos caducados y ácidos y esa nevera helada.
ResponderEliminarBesitos
Escalofriante.
ResponderEliminarBesos con tiritona.
se me ha quedado la sonrisa helada
ResponderEliminarsaludillos
Durísimo poema de nevera.
ResponderEliminarJoerp Ángeles (perdona el semitaco ;-)
ResponderEliminarNo tengo palabras, la última frase, la que muestra la verdadera caducidad es brutal. Bravo.
Y besos