El picaporte parecía no haberse usado desde hacía tiempo. Unos pasos, al otro lado de la puerta, anticiparon la visión de una anciana enlutada en terciopelo. Su temblorosa mano sujetaba una lámpara de aceite que iluminaba, a ratos, un rostro blanco y arrugado, que iba y venía como su sombra en la pared.
- ¿Desea, tal vez, una alcoba donde pasar la noche?- dijo mostrando una sonrisa sin dientes.
Accedí a la casa y seguí sus pasos escaleras arriba. Ya en la alcoba, me dieron la bienvenida un sin fin de telas de araña que pendían del techo, conteniendo varios ratones que parecían acróbatas momificados, anclados al pasado, suspendidos de las carcomidas vigas. Pese a lo siniestro del lugar, mi cansancio no me permitió una retirada, y al poco, logré conciliar el sueño gracias al rítmico sonido de unas agujas.
A la mañana siguiente, la luz del amanecer entró por las grietas de las contraventanas. Entonces me di cuenta. Demasiado tarde para escapar de su red.
Esto es un regreso con las pilas puestas y lo demás son tonterías. Muy buena comparación.
ResponderEliminarMuy bueno,buenísimo!!!
ResponderEliminarViuda negra, negra...
Besos desde el aire
Ah, la viuda negra!
ResponderEliminarCuando terminé de leerlo volví al principio, releí el primer párrafo. Un micro redondamente perfecto como un anillo.
Es un placer leerte, Ángeles.
Besos
Si es que ya pintaba mal desde el principio, si es que las señales no eran buenas y estaban claras, si es que... ¿y ahora qué hacemos contigo? ¿cómo haremos para salvarte?
ResponderEliminar(continuara?)
Un beso
Arañas, ratones... si es que hay que leer más historias para salir corriendo ante esos indicios... Muy bueno Ángeles.
ResponderEliminarSaludillos
Qué maja la vieja!!
ResponderEliminarMuy bueno Ángeles!! Preciosa imagen oscura y entelada de seda!
Un abrazo!!!
Si es que... no hay que fiarse de las viudas enlutadas en terciopelo :-)
ResponderEliminarGenial micro, Ángeles. Un gusto leerte.
Besos.
Ains, qué mal rollo me dan las arañas...¡y las viudas negras ya ni te cuento! En fin, supongo que no es un micro para los que padecemos aracnofobia...
ResponderEliminarBesos
:)
Ángeles que siniestra viuda negra. Me ha sorprendido mucho el final, me encanta. Y también el ambiente que recreas antes de llegar ahí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bien llevado este micro, realmente consigue sorprender ese final, aún a pesar de esas pistas que das.
ResponderEliminarBesitos
Si es que es mucho mejor tener reserva de antes.
ResponderEliminarya en serio, me gusta mucho cómo lo has llevado, me ha encantado el relato.
Me gusta cómo recreas ese ambiente gótico, el poder hipnótico del peligro que, aun cuando intuido, nos arrastra inmisericorde hasta el mismísimo centro de la trampa, donde llorar y devanarse ya no es remedio.
ResponderEliminarBesos.
Me encanta la casa y tu sosegado contar, poco a poco hasta llegar a ese momento.
ResponderEliminarBlogsaludos
La descripción del principio es espléndida. Me quedo con ganas de más, como Luisa...
ResponderEliminarPero, hombre, cómo se le ocurre entrar a dormir en un lugar así? Como dicen por aquí, genialmente contado y descrito, Ángeles.
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