Páginas

domingo, 20 de noviembre de 2011

Arrugas en el alma



Siempre hemos creído que lo que nos envejece es el tiempo, su paso, su discurso de sabio. Sin embargo, desde que llegamos al pueblo y observamos cómo siguen bullendo, entre casones y alamedas, personas con edades desacompasadas hemos cambiado radicalmente de opinión. El tiempo no envejece, no. Y si no miren a la anciana que juega en la plaza, en realidad es una niña de diez años, pero tras un disgusto, se desinfló de golpe y se arrugó sin más. También hay jóvenes que se lanzan a la vejez de manera temerosa, como Ernesto, un pintor de veintipocos años al que nadie le alabó nunca su arte, y optó por un envejecimiento rápido; se dejó caer en la tumbona y, como papiro al sol, se secó de la ilusión del vivir. Por no hablar del misterioso caso de la mujer bicentenaria que camina asida a un tacatá y a la cual aún no le ha salido el primer diente.

16 comentarios:

  1. El tiempo no envejece somos nosotros y como tú dices a veces antes de tiempo...

    Besos desde el aire

    ResponderEliminar
  2. Nos envejece lo que vivimos y lo que no vivimos. Siempre es bueno que pase el tiempo para echarle la culpa. Muy bien contado.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  3. Maravilloso.

    Al fin y al cabo, antes o después, lo único que mata es la vida.

    A este paso, se le va a quedar a usted el perchero así. Hay sólo un motivo por el que no me lo llevo a "sugerencias...". Ya sabe usted cual es.

    Realmente hermoso. Ferpecto. Lo nuestro es imposible. Pues eso.

    Besos payasos.

    ResponderEliminar
  4. Simplemente genial, Ángeles.
    Las arrugas del alma no las produce el tiempo sino la actitud ante la vida.

    Un abrazo admiradísimo.

    ResponderEliminar
  5. Ángeles, estupenda crónica del pueblo, a la que logras insertar esos toques de realismo mágico, me encanta eso.
    Esconde y muestra a la vez tu relato muchas verdades de la vida.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Un texto maravilloso, Ángeles. ¡Quién pudiera alisar las arrugas del alma!
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Un relato empapado en realismo mágico, que circula por uno de los grandes misterios de la vida, en la que lo único seguro es la muerte. Lo que nos diferencia, al fin y al cabo, es cómo llegamos a ella.

    Siento no poder usar mi perfil de blogger. Ignoro el porqué no me deja.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Hola Ángeles, me ha gustado mucho tu relato. Destacaría el título, profundo, revelador, brillante.
    Gracias por el relato. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Me gusta el título y edades descompasadas.Así es, el tiempo envejece, pero más lo hacen los disgustos. Lo has contado muy bien.

    ResponderEliminar
  10. Así es, no es el tiempo, son las penas, desengaños y las tristezas de la vida. Hermosa manera de contarlo.

    Besitos

    ResponderEliminar
  11. A mis 357 años internos puedo afirmar que tienes toda la razón. Y encima lo escribes bello.

    ResponderEliminar
  12. Hola Ángeles,
    Precioso cuento, como otros ya han comentado, iluminado por un aura de realismo mágico. Profunda verdad la que nos sugiere y nos muestra, como las experiencias por las que pasamos tienen más peso que el tiempo sobre la vejez de nuestra alma y nuestro corazón.

    Un aplauso relleno de besos.

    Ignacio.

    ResponderEliminar
  13. Precioso, y tan verdad que asusta... la mejor la anciana con el tacatá y el diente que no termina de salir. Quiero tus gafas para mirar la realidad.
    Abrazos

    ResponderEliminar
  14. Un texto genial, Angeles.

    Cuán importante es nuestra actitud ante la vida.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  15. Muy bueno. Lúcidas observaciones en este micro que hablan de la realidad que no vemos.
    Un abrazo, Ángeles.

    ResponderEliminar
  16. Llego tarde, aunque quizás no importe porque el tiempo es relativo, siempre lo es. Así lo refleja tu micro. A veces se envejece de golpe y otras se deja de cumplir. Me ha encantado.
    saludillos atemporales

    ResponderEliminar