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lunes, 18 de febrero de 2013

Bosque genealógico


Cuando el médico oyó aquella tos como de crujido que entonaba la garganta del abuelo cuando el viento se introducía por los angostos senderos de sus pulmones, nos convocó en la salita y, arrugando su pañuelo, confirmó que le quedaban pocos meses de vida. Desde su lecho de muerte nos hizo participes de su última voluntad: vernos a todos como una piña en la labor que anidaba sus deseos para hacer juntos nuestro árbol genealógico. 

Nunca fuimos una familia bien avenida y, pese al esfuerzo por contentar al abuelo, no conseguimos ponernos de acuerdo sobre en qué tipo de árbol descansarían los nombres de nuestros antepasados. Lo resolvimos con división, como hacíamos siempre tras las disputas.

Mi padre que era un tipo de porte bajo, achaparrado y muy generoso, no dudó en trepar  hasta las ramas de una higuera. Formaba con mi nerviosa madre una pareja algo cómica, pues ella era alta y esbelta, muy sensible a las corrientes de aire que arropaban sus dientes en una rítmica tiritona, por lo que, no sin cierto titubeo, determinó que ella sería un álamo temblón. Mi tía, la soltera, era una mujer exuberante, según recuerdo, pues sólo aparecía de vez en cuando por la casa, amante de las fiestas, en las cuales, como supe después, se dedicaba a ofrecer sus frutos prohibidos a todo Adán nocturno. Quiso, pues, ser un manzano. Su hermana melliza era una mujer que creció bajo el peso de la pena, de largos cabellos que le merodeaban los pies y eclipsaban su furtiva mirada, y delegó su estirpe a un sauce llorón. Mi hermana pequeña era un ser  despreocupado, y tal vez por eso tardó varias semanas en confinarse en un incipiente tilo.

Cuando estuvo todo listo llegamos a la alcoba del abuelo, con las ramas tan unidas que parecíamos un solo árbol. Él, desde su mirada de olmo viejo, sonrió al tiempo que, de sus manos, caía la primera hoja de su testamento. Luego llegó el otoño.

23 comentarios:

  1. Ángeles, qué maravilla de cuento. Y ese otoño al final, perfecto.
    Con tu permiso, lo comparto.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Sara, el otoño siempre es el final perfecto o imperfecto :-)

      Abrazos y ramas llenas de hojas

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  2. Yo sería una araucaria... con eso te lo digo todo ¡qué bonito!
    Un abrazo

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    1. Un bello árbol, con su cancán verde musgo, intentando tocar el cielo; sí creo que te va bastante bien.

      Abrazos

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  3. Precioso, todos los árboles genealógicos debían ser así.

    Besos a las tres, :)

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    1. Eso pienso yo tambien Juanlu, que cada uno trepe a su propio árbol, a su propia historia.

      Besos a las siete, :-)

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  4. Precioso. Me quedo con esas ramas entrelazadas ante la mirada del olmo viejo. Me encanta.
    Un abrazo fuerts

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  5. Me gusta sobre todo (a parte de como lo cuentas) que siendo árboles diferentes se unan en ese único árbol para hacer feliz al abuelo. Gracias Ángeles.

    Besos desde el aire

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    1. Gracias Rosa, al fin y al cabo las diferencias enriquecen y más cuando hay unión.

      Abrazos

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  6. ¡Hola, Ángeles!
    Un árbol genealógico de una familia mal avenida es así como lo has contado, ni más ni menos. Ese intento por cumplir el deseo del olmo viejo está contado con gran sensibilidad
    Pero la frase final "Luego llegó el otoño" es la que me ha conmovido profundamente.
    Es siempre una delicia leerte.
    Un gran abrazo va.

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  7. Este es un micro que se agiganta en su cierre, Ángeles. Trazado con brillo, cada palabra -así como cada árbol- está calibrada para encjar con precisión en el texto.

    Un trabajo maganífico.

    Un abrazo.

    Pedro S.N.

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    1. En todo caso desde abajo, como los árboles. Muchas gracias Pedro por tus palabras.

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  8. Qué frutal y arbustea historia, Ángeles! Y que bien contada.

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    1. Ya iba siendo hora de escribir en el blog, con o sin poesía, que me están creciendo los musgos por las esquinas...

      Un abrazo Cyb.

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  10. Jo, qué bonito. Es de esos relatos que te da pena que se acaben.
    Te felicito, Ángeles. Una delicia.

    Besotes.

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    1. Podía haberse estirado más la historia, pero no quería irme por las ramas ;-)

      Gracias MJ

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  11. Seguro que el árbol así crece más fuerte.
    Felicidades

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    1. Seguro Rufino, seguro, un árbol con tantos troncos sin duda será más fuerte.

      Abrazos

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  12. No importa cuánta sea la diferencia, al final, todos se reunirán bajo el viejo olmo. ¡Qué historia más hermosa y cuan bellamente contada!
    Un saludo admirado.

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