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lunes, 13 de abril de 2015

Mujer pez

Bastó una llamada de teléfono para que mamá olvidara mi patito de goma, mi pelo enjabonado, el grifo abierto. De eso hace ya mucho tiempo. En la bañera jugué a muñecas, fui cumpliendo años, acudí a la escuela.
El día que mamá regresó, me sentí la mujer más desdichada del mundo. Con sus manos viscosas, me envolvió en una toalla seca. Llevaba algas en los ojos y hablaba de marineros.


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