No era un fantasma quien surgió entre la niebla, era un cigarrillo humeante y una gabardina ajada. Bajo el London Bridge, aquella noche, el detective no percibió que tras sus pasos el asesino se sentía seguro, y que el puente era el escenario perfecto para dar el último golpe.
Junto con la ceniza de su último cigarro, cayó su libreta al Támesis. El verdugo despedazó la niebla que se tejía alrededor de una pareja en un banco y la escarcha que se formaba en las manos de un vagabundo. Desgajó la paciencia de la brigada de homicidios, quienes para dar por cerrado el caso, resolvieron anunciar que la niebla estaba contaminada por la muerte: manténgase lejos de orillas y lagos, eviten brumas y valles.
Entonces la muerte, se creyó dueña de la noche, y el asesino enamorado de su poder la invitó a cenar .
(Microrrelato participante en el concurso Getafe Negro)
Buen relato negro, Angeles, ya sabes que yo veo tus dotes para novela. Me quedo con ganas de más!! :-D Un abrazo
ResponderEliminarGracias Maite, por tu apoyo, me estás haciendo replantearme qué es lo mío realmente. Un besote
ResponderEliminarParece que Maite me ha leído el pensamiento.
ResponderEliminarConsigues ambientar magistralmente
Un beso
Me encanta, Ángeles, el relato negro unido a tu poesía. Una maravilla! Suerte
ResponderEliminarMe quedo con ganas de saber que paso en esa cena con la muerte.
ResponderEliminarMe sorprende la capacidad para escribir sobre estos temas manteniendo el hilo conductor y el misterio en tan corto espacio (bueno, y aunque fuera largo)
ResponderEliminarMuy buena ambientación, muy bien descrito. Ya ha salido el fallo del concurso, por cierto.
ResponderEliminar¿A cenar? ¿A los de homicidios? Haha.
ResponderEliminarMe encantó, Ángeles :)
Saludos.
muy bueno, ángeles. y mucha suerte
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