Del viaje a Damasco trajo el tapiz de los perros. En cuanto vi su porte famélico comencé a alimentarlos a escondidas. Por las noches, preparaba sopas de pan, que dejaba bajo el piano. Luego los descosía y ellos correteaban por el lugar antes de volver a su prisión de hilos.
Hace unos días la señora comentó que iba a tirar el tapiz, que se veía su mala calidad en los flecos que suelta por la casa, y que a días, los perros parecen envejecer. Yo le dije que les da demasiada luz, y que, ya se sabe, el sol se come los colores. Pero la señora echó todas las culpas a mis descuidos y a mi inexplicable sueño diurno.
Lo que nunca olvidaré fue su cara de asombro el día que me despidió. Cuando el tapiz amaneció vacío mientras dos galgos me acompañaban a coger el tren.
Hace unos días la señora comentó que iba a tirar el tapiz, que se veía su mala calidad en los flecos que suelta por la casa, y que a días, los perros parecen envejecer. Yo le dije que les da demasiada luz, y que, ya se sabe, el sol se come los colores. Pero la señora echó todas las culpas a mis descuidos y a mi inexplicable sueño diurno.
Lo que nunca olvidaré fue su cara de asombro el día que me despidió. Cuando el tapiz amaneció vacío mientras dos galgos me acompañaban a coger el tren.
Me ha encantado eso de "apadrinar y descoser" perros. Me parece una idea genial.
ResponderEliminarY me alegro infinito de que todos se fuesen una mañana en tren, dejando un tapiz viejo y vacío detrás de sí.
Un beso.
Una historia muy onírica. Me gustó mucho.
ResponderEliminarY bienvenida de vuelta a la blogosfera.
Muy buena historia. Saludos
ResponderEliminarPrecioso, Ángeles.
ResponderEliminarMuy cuidado este micro.
Un beso.
Una trama muy original y magistralmente 'tejida'.
ResponderEliminarMe gustó muchísimo.
Un abrazo.
Qué bonito, Ángeles.
ResponderEliminarMe alegra volverte a leer por aquí.
Abrazosss
Una historia preciosa :)
ResponderEliminarme encantó
besos
Estoy obligada a repetir lo dicho: un encanto de historia, Ángeles. Esmeradísima prosa.
ResponderEliminarBesos!
Original historia que se adentra en el campo del surrealismo de forma poética. Extraordinario final. Todo un placer volverte a leer. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy bueno Ángeles!
ResponderEliminarUn abrazo!!
Que son podencos.... calla, que eso es de otro cuento.
ResponderEliminarBien escrito, Angeles
Me gusta este salto entre mundos. Muy bueno, es una alegría ver que tus letras siguen gozando de muy buena salud.
ResponderEliminarEl cambio de look también me gusta :D Besos
Que gran manera de regresar a estos lares. Me encanta ese "descoser" a los famélicos perros.
ResponderEliminarSaludillos
Qué buena escena la de los pobres perros dóciles que vuelven a su prisión de hilos.
ResponderEliminarEnhorabuena
Saludos
Gabriel
Tu imaginación no tiene límites, Ángeles.
ResponderEliminarEs una historia fantástica.
Saludos.
Me encantó el tono de tu relato; la idea: excelente por supuesto.
ResponderEliminarUn placer que estés de vuelta.
Unos galgos muy inteligentes.
ResponderEliminarÁngeles, qué maravilla!!!
ResponderEliminarYo también quisiera sacar a las personas de los cuadros, de las fotos, de los tapices, hasta de las estatuas, y armar un buen revuelo.
Abrazos lectores
Me encanta el corte mágico de esta historia, Ángeles. Es una idea original que está muy bien llevada :)
ResponderEliminarEstoy con acuática. Genial toque mágico, brillante micro.
ResponderEliminar