Lanzo por encima de mi hombro una canica transparente surcada por dos rayas amarillas. Oigo el clic clic clic mientras aterriza en el suelo y se pierde bajo la cama. No me interesa. Revuelvo un poco más entre los chismes que guarda el cajón y cojo una moneda antigua que tiro al aire y cae, de lado. Lo siguiente en un pedazo de papiro con el que me entretengo, largo rato, haciendo un avión. Continúo mi búsqueda y me agencio un extraño dado redondo. Y una soga a un cuello ausente. Y un parche de pirata. Y una foto en sepia de un calamar bravo. Y una pipa de espuma de mar. Y ya, con más arrojo, logro que el cajón alumbre un balancín de madera de acacia. Y una alacena con cortinillas de flores. Y una casa a las afueras. Y una ciudad invertida. Y una montaña de hojalata. Y un país. Y unas nubes de formas obtusas. Y un océano cualquiera dentro de una tina abandonada. Y trozos de hielo nadando en la pecera... Y sigo, sigo sacando escombros, hasta que noto algo que me resulta excesivamente familiar. Así me quedo largo rato, mirando mi propia mano, que muestra una invitación a que entre en un cajón ya vacío.
Ahora que ha vaciado un poco el cajón seguro que ya cabe. Aunque seguro que algo encontrará todavía en el escondite de los secretos olvidados. Agradable de leer.
ResponderEliminarFue un soplo suave, pero veo que llegó.
ResponderEliminarEn ese cajón vacío estoy segura que se encontrará.
Abrazos
Un relato muy misterioso, Ángeles. Prefiero no interpretarlo sino mirar sus partes desde la superficie, todas esas imágenes tan sugerentes.
ResponderEliminarUn abrazo,
PABLO GONZ
Un auténtico cajón desastre.
ResponderEliminarBuena imagen. Me ha recordado a la chistera de un mago, capaz de sacar de ella las cosas más insólitas, y un viaje a través de los recuerdos hasta el interior de uno mismo. Creo que hasta que no se introduzca en ese cajón, no sabrá realmente quién es ella.
ResponderEliminarÁngeles, que capacidad para adentrarnos en un mundo mágico. De la realidad nos trasportas sin turbulencias a otra realidad, que parece tan natural que asombra.
ResponderEliminarEstupendo microrrelato.
Un abrazo.
Gracias Montse por lo de agradable lectura, y si, seguro que algo más encontrará en ese vacío. Abrazos.
ResponderEliminarSu, tu sigue soplando, que algo de inspiración me llegará. Ya sabes a veces hay que vaciarse para volver a ser. Besos.
Pablo Gonz, soy consciente de que este es un algo extraño, dudé en publicarlo o condenarlo al olvido, pero se empeñó, y aquí está. Abrazos.
Cyb. "cajón desastre" habría sido un buen título, vaya poder de condensación que tienes, lo has resumido en dos palabras. Abrazos.
Maite, gracias, los que nos somos magos nos ponemos cajones en la cabeza y a veces hasta nos salen historias. Besos.
Gracias Nicolás, eso pretendía pasar de lo cotidiano o lo absurdo por irreal. Besos.
Que manera más visual tienes para que recorra contigo por todos los objetos de ese cajón hasta llegar a esa mano que parece tan real que asusta.
ResponderEliminarBesitos
Para mi tu relato es un balance de toda una vida en la que cada una de las imágenes objetos que describes tuvo su importancia en la protagonista, pero que al final va tirando pues no encuentra nada que realmente fuera importante. De ahí ese final, con el baúl vacío "de escombros" y la invitación a entrar en su ataúd. Hay descripción de objetos, pero de sentimientos: ¿vida fracasada? Por lo tanto, para mi, un buen relato.
ResponderEliminarElysa gracias por unirte al recorrido. Un abrazo.
ResponderEliminarXimens, buena interpretación, muy buena diría yo. Abrazos
Angeles, mi primera impresión fue la de Pablo, me quedé en las palabras, en lo que me sugería cada una de las frases. Pero al leerlo otra vez he visto que es el cajón de los recuerdos, y puede que también de los olvidos, y entre ellos siempre hay sueños y deseos escondidos.
ResponderEliminarun abrazo