En la obra “Cartografía del olvido” escrita por la naturalista británica Angi Dreamer, concretamente en el apéndice “Botánica de la memoria improbable” se encuentran publicadas un compendio de láminas que reproducen las efímeras flores-recuerdo.
Las pequeñas plantas que las sustentan, de tallo cilíndrico y hojas lanceoladas, desprovistas de raíces y ancladas al légamo de la memoria únicamente por su aroma, dan unos frutos en forma de nubes que recuerdan a mendrugos de algodón. Difieren, no obstante, de las del género Gossypium en su extensa gama de tonalidades. Desde el negro o ausente, color característico de los recuerdos desdeñados al ingrávido rescoldo de lo que no existió (muy abundantes en los funerales de la memoria), hasta el amarillo o presente que simboliza la formación de la remembranza desde la incipiente noción de la vivencia. Entre estos extremos, se extiende un alto número de especímenes, como por ejemplo los índigos tonalidad que adquieren los recuerdos por venir, y que brotan en sueños una vez la conciencia se ha alejado lo suficiente como para que el germen de estas plantas-visión acampen en los oníricos prados de la mente.
Sin embargo, la característica común a toda esta vegetación es la deformación, fase marcada por la caída del tallo y el vuelo de las esporas producida por la reincidente contemplación de las flores-recuerdo, trasformándose en lo que Angi denominó “anécdotas”, que vienen a ser relatos de lo que uno cree recordar.
Las pequeñas plantas que las sustentan, de tallo cilíndrico y hojas lanceoladas, desprovistas de raíces y ancladas al légamo de la memoria únicamente por su aroma, dan unos frutos en forma de nubes que recuerdan a mendrugos de algodón. Difieren, no obstante, de las del género Gossypium en su extensa gama de tonalidades. Desde el negro o ausente, color característico de los recuerdos desdeñados al ingrávido rescoldo de lo que no existió (muy abundantes en los funerales de la memoria), hasta el amarillo o presente que simboliza la formación de la remembranza desde la incipiente noción de la vivencia. Entre estos extremos, se extiende un alto número de especímenes, como por ejemplo los índigos tonalidad que adquieren los recuerdos por venir, y que brotan en sueños una vez la conciencia se ha alejado lo suficiente como para que el germen de estas plantas-visión acampen en los oníricos prados de la mente.
Sin embargo, la característica común a toda esta vegetación es la deformación, fase marcada por la caída del tallo y el vuelo de las esporas producida por la reincidente contemplación de las flores-recuerdo, trasformándose en lo que Angi denominó “anécdotas”, que vienen a ser relatos de lo que uno cree recordar.
Buena catalogación y muy necesaria, por cierto.
ResponderEliminarYa era hora!!!
Un beso, Luisa.
Qué maravilla, da gusto leer cositas así...
ResponderEliminarCreo que te falta un que en "transformándose en lo (que) Angi..."
Si no te importa me llevo una flor índigo y un mendrugo de algodón.
Abrazos
Lo más significativo de la vida son la anécdotas, sin duda, el anecdotario es la memoria selectiva.
ResponderEliminarMagistral clase de Botánica y de Buena Literatura, Ángeles.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Un abrazo.
Un lujo auténtico, Ángeles.
ResponderEliminarCuanta literatura para envolver una flores dignas de crecer en Macondo.
Un abrazo,
Un aplauso, simplemente.
ResponderEliminarBesos
Ferpecto, Angie. Como a mí me gusta. Así como vos eres. Tan TAN.
ResponderEliminar¿Será que estas plantas resistan la carcoma del olvido?
Luego, por cierto, te digo algo. Se me había olvidado.
Besos payasos.
Aplausos repetidos. Es un buen ejercicio de imaginación, o una bestial ocurrencia
ResponderEliminarÁngeles, con esas flores negras del olvido, de los recuerdos desdeñados, me hiciste recordar una frase de Jorge Drexler en su canción "Camino a la Paloma" que dice:
ResponderEliminar"Aunque a veces se añora en la vida
algo que nunca llegó a pasar."
Muy buen texto me ha gustado.
Alfonso Pedraza
Jesús, qué bien te expresas como una enciclopedia con corazón!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un abrazo.
Ángeles (Angi Dreamer ;-)
ResponderEliminarqué a deshora llego. Me ha parecido una delicia salpicada de mendrugos de algodón y prados oníricos (lirismo en esencia). Me gusta especialmente el final, idea con la que coincido plenamente y que jamás hubiera sabido expresar así. Felicidades guapa